El programa académico de Historia y Gestión Cultural de la Facultad de Humanidades de la UDEP y el Proyecto Bicentenario del Ministerio de Cultura organizaron un conversatorio sobre la independencia y su consolidación.
Por Ana Sofía de María Salazar Gallo. 10 junio, 2024.En el conversatorio, “Política, Estado y Nación en la Consolidación de la Independencia del Perú”, participaron los historiadores Elizabeth Hernández García, de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura, y Francisco Quiroz Chueca, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Este espacio académico, desarrollado el 29 de mayo en Campus Lima de la UDEP, constituyó una oportunidad para reflexionar sobre la complejidad del proceso de independencia y su impacto en la formación del Perú contemporáneo.
Reflexiones políticas
El doctor Francisco Quiroz analizó la influencia de los eventos ocurridos entre 1780 y 1826 en el desarrollo político, económico y social del Perú virreinal e independiente. Destacó que la independencia peruana fue un proceso multifacético, en el que las élites locales jugaron un papel crucial, sobre todo en el momento de definir qué tipo de gobierno convenía establecer en el Perú, momento fundante en que se empieza a “construir” el Estado peruano.
Asimismo, enfatizó la idea de que la independencia del Perú no es un único proceso que culmina en la proclamación de la independencia el 28 de julio de 1821. En este sentido, no es la “comunidad peruana” en su conjunto la que luchó por aquella. Se trataría de un conjunto de procesos históricos, paralelos inclusive, que llevaron a la consumación final en el campo de batalla, lo que no significa que todo terminó necesariamente con la batalla de Ayacucho en diciembre de 1824.
Por su parte, la doctora Elizabeth Hernández subrayó la relevancia de ir más allá de los conflictos bélicos. Para ella, los líderes del momento y sus estrategias políticas fueron los factores que se pusieron en juego tanto en las proclamaciones de independencia como en su consolidación. “Las estrategias políticas fueron fundamentales en un período enormemente conflictivo y cambiante”, afirmó. Además, destacó que el norte peruano fue, precisamente, una región con un gran peso político, tanto así que se convirtió en el único gran espacio que -con poquísimas excepciones- se mantuvo patriota hasta la batalla de Ayacucho, a diferencia de Lima, que cambió de bando por distintas circunstancias y en más de una oportunidad.
Los expositores también centraron su interés en la idea de que no todos los sectores sociales apoyaron la independencia; y los que sí la quisieron tampoco tenían muy clara la república en sus miras políticas. La monarquía fue la opción considerada en un primer momento. Antes bien, lo interesante es el análisis de por qué la forma de gobierno republicana fue la opción que finalmente “ganó la partida” en un contexto político de profundos debates, y en medio de una guerra contra los realistas que no había concluido.
Personajes históricos
En el evento académico también se reflexionó sobre la necesidad de reevaluar el papel de los líderes políticos peruanos en la independencia, más allá de las figuras de José de San Martín y de Simón Bolívar. Ambos contaron con fuertes alianzas con los líderes locales. Así, por ejemplo, José de la Riva Agüero y el marqués de Torre Tagle representan un bloque político peruano sin el cual la independencia no se hubiese dado. Ambos limeños de la aristocracia y nobleza peruanas contaban con una extensa red de contactos en todos los estamentos socio-económicos. Esas fueron las fuerzas que consiguieron la independencia.
Los expositores, finalmente, plantearon la hipótesis de que la consolidación de la independencia se produjo, realmente, al finalizar la década de 1830, es decir, con la definición de un único estado -el Perú- tras el fracaso de la Confederación Perú-Bolivia en 1839.